La letra, ¿con crisis entra?

El boom del ladrillo, la burbuja inmobiliaria y el consiguiente fácil acceso a trabajos con poca cualificación dejó una huella terrible en una generación de jóvenes. Aquellos que en los años 90 y en la primera década de este siglo abandonaron sus estudios para ganar “más de lo que ganan mis profesores”, como algunos señalaban. Hoy muchos son desempleados de larga duración sin formación ni titulación alguna. La situación parece haberse revertido en los últimos años: las aulas retienen a muchos más alumnos y alumnas, conocedores de las dificultades del mercado de trabajo y de la necesidad de contar con alta formación para tener alguna oportunidad en el mismo.

Esta circunstancia queda confirmada en el estudio Diagnóstico de la situación de la juventud de Canarias, Encuesta de Jóvenes de Canarias 2012, realizado por Técnicos en Socioanálisis SL, bajo la dirección del sociólogo  Juan del Río, para la Consejería de Presidencia, Justicia e igualdad del Gobierno de Canarias. Según sus datos, desde el comienzo de la crisis en 2007/2008 hasta 2012 el alumnado de Secundaria Postobligatoria ha crecido un 21,5%, con un mayor aumento en Bachillerato (25%) que en FP de Grado Superior (22,7%).

Mientras que en el año 2010,  el 66,5% los jóvenes entre 18 y 24 años se encontraban cursando estudios, este porcentaje se elevó en más de cinco puntos, hasta alcanzar el 71,8% en sólo dos años.

Si nos vamos a la franja 25-30, un 32,4% de los jóvenes canarios había cubierto la formación  obligatoria (la ESO); un 28,2% había completado la Secundaria post obligatoria (Bachillerato y Formación Profesional de Grado Medio); y un 39,3% la formación superior. El 24,2% de los jóvenes entre 25 y 30 dispone de estudios universitarios. Pero frente a ellos, por la parte baja de la tabla, hay un 6,7% que sólo cuenta con estudios básicos.

Con referencia al género, el estudio de Juan del Río concluye que las mujeres jóvenes “están mejor formadas que los hombres, han invertido más tiempo en estudiar y consiguen niveles educativos superiores”.

De hecho, “el porcentaje de hombres de 25 a 30 años que sólo han alcanzado la enseñanza obligatoria es del 34,4%, mientras que entre las mujeres se reduce al 30,1%”; aunque apunta que los hombres jóvenes mejoran ligeramente los índices respecto a los que tenían en 2010.

La proporción de titulados en Secundaria post-obligatoria es del 26,4% entre los hombres y del 30,0% entre las mujeres. Por último, respecto a estudios superiores finalizados, la diferencia es pequeña, pero también a favor de las mujeres: un 38,8% entre los hombres y un 39,9% entre las mujeres.

 Abandono

Analizando su situación con relación al empleo, un 23% de los que se encontraban trabajando abandonó sus estudios antes de finalizarlos. Pero la cifra, siendo alta, se eleva significativamente entre los que se encuentran en situación de desempleo: un 31,2%, una diferencia de más de ocho puntos.

Como ocurre con otros parámetros, el abandono educativo temprano ha evolucionado favorablemente en el Archipiélago en los últimos años. Si en 2010 alcanzaba el 33,9%, en 2012 caía hasta el 29,3%. Entre los hombres se situaba en el 30% y ligeramente más bajo entre el colectivo femenino (28,7%).

EXPECTATIVAS ANTE LOS ESTUDIOS

 Son frecuentes los debates sobre si la sociedad actual facilita o no la movilidad social. Lo cierto, sobre la base del estudio que estamos analizando, es que hay un hecho incontestable: los jóvenes canarios “tienen unos niveles académicos superiores a los de sus progenitores”, lo que puede llevar a concluir, como señala el equipo de sociólogos, que “la extensión y mejora del sistema escolar canario ha logrado gran parte de sus objetivos”.

Ahora bien, la afirmación merece matizaciones por parte de los autores de la investigación.

En efecto. Por un lado, por el hecho de que la población joven de las Islas “procedente de familias donde padres y madres tienen menor nivel académico comienza a trabajar antes y abandona antes los estudios”.

Por otro, por las expectativas de alcance de su proceso educativo. Son bien distintas según el nivel académico. El 60% de jóvenes con progenitores con estudios primarios o menos espera poder llegar a la Universidad. La cifra se eleva entre los que tienen secundaria hasta el 68,5% y alcanza el 83,3% entre los hijos de padres con titulación universitaria.

Otra investigación, el estudio Identificación escolar, expectativas académicas, género y tipo de centros: Un estudio multivariado cualitativo del alumnado de 4º de la ESO en Canarias, realizada por Carmen Nieves Pérez Sánchez, Moisés Betancort Montesinos, Israel Hernández López y Leopoldo Cabrera Rodríguez, de la Universidad de La Laguna, presentada en el XI Congreso de la Federación Española de Sociología (Madrid, julio de 2013) coincide básicamente en esa conclusión. En ella se señala que “a mayor nivel de estudios de los padres, como imaginábamos, mayores expectativas sobre los estudios, independientemente del tipo de centro” en el que se encuentre escolarizado, sea este público o privado.

 

                                            EL RIESGO DE FRACASAR

Fernández Enguita, Luis Mena Martínez y Jaime Riviere Gómez, en su libro ‘Fracaso y abandono escolar en España’, señalan que las posibilidades de éxito o fracaso no se distribuyen de forma uniforme entre estudiantes de diferentes estratos o circunstancias sociales. Recogemos a continuación algunas de sus afirmaciones:

  • A igualdad de notas, o de resultados, las decisiones de abandonar son más frecuentes entre los chicos con unas características o unos orígenes sociales determinados.
  • Los distintos factores que afectan al fracaso se articulan de un modo complejo, Cuatro de ellos son determinantes: origen social, sexo, la pertenencia a minorías o la experiencia de la migración y la pertenencia a familias desestructuradas.
  • La probabilidad de acceso a la educación superior es seis veces mayor para los hijos de las clases medias que para los de las clases trabajadoras.
  • Si atendemos a los resultados de PISA, alrededor del 50% de las diferencias en el rendimiento escolar pueden atribuirse a causas relacionadas directamente con el origen social, mientras otro 20% puede explicarse por la composición social del centro y un 7% por factores estrictamente pedagógicos y organizativos.

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