El ‘bozal’

Se ríen de ti cuando te ven con la mascarilla puesta. ¡Qué bien te sienta el bozal! ¿eso no era para los perros?, se atreven a afirmar. Se muestran orgullosos de su presunta rebeldía, de su incumplimiento de las normas sanitarias que consideran excesivas y delirantes, de su defensa a ultranza de su derecho a hacer lo que les dé la gana en las calles, en los bares, en las playas, en sus casas.

Se ríen de ti y, al tiempo, aunque no lo expresen, se están mofando de los muertos -unos 850.000, parece más que probable que se superará el millón, en todo el mundo- e infectados por la Covid19, más de 25 millones; cifras que no paran de crecer todos los días. Se ríen de ti, de los extenuados profesionales sanitarios, de las cajeras de los supermercados, del personal de limpieza, de los transportistas, de los responsables de garantizar la seguridad, de las cuidadoras de personas mayores, de todos los hombres y mujeres que se la juegan cotidianamente para que la vida continúe. Se ríen de todos y todas.

Constituyen un grupo heterogéneo en el que se mezclan fans extremos del exclusivo uso de los productos naturales, enemigos acérrimos de las vacunas, conspiranoicos reincidentes de todas las conspiranoias, hippies de tercera hornada, antisistema militantes e integrantes de la ultraderecha, como hemos podido comprobar en las concentraciones y manifestaciones celebradas recientemente en Berlín, en Madrid o en distintos puntos de Canarias. Consideran que todo es un invento de las élites y que la situación, pese a las múltiples evidencias, no es tan alarmante como la pintan.

Ponen por delante su libertad -la de no usar mascarillas, la de no mantener la recomendada distancia física, la de no vacunarse…- aunque esta libertad se ejerza a costa de poner en riesgo la salud de los otros y las otras, de la mayoría de la sociedad, por la que deben sentir bajos niveles de aprecio. Son unos nuevos conductores suicidas a los que le importa un bledo llevarse por delante a usted y a mí, a sus nietos o a sus abuelos. Ellos tienen derecho a conducir en la dirección que les plazca. La carretera, al parecer, les pertenece.

Prevención

Sus actitudes y sus mensajes que corren como la pólvora en las redes sociales colaboran en la extensión de la enfermedad, aunque es verdad que no son los únicos responsables. Lo son, por supuesto, y en gran medida, los que al margen de tenerlo o no teorizado, de integrar o no movimientos o movilizaciones negacionistas, forman parte de reuniones y fiestas, en locales de ocio o familiares, en las que no se cumple ningún requisito de prevención ante la enfermedad y que se convierten en brotes expansivos de nuevos contagiados e ingresados.

Así como los que persisten en un mal uso de la mascarilla que no es un tapabocas. Lo de la nariz fuera, tan extendido, debe ser una moda o un innecesario alarde de la singular belleza de la propia napia; y que no han entendido que no hace falta quitársela -como he visto en reiteradas ocasiones- para responder a una llamada desde el móvil o para pagar en un supermercado. Y, en fin, también se incluyen en destacados puestos en semejante e inquietante equipo esos irresponsables que estando pendientes del resultado de la prueba PCR o sabiendo ya que esta dio positivo no permanecen en sus hogares, viajan, se van de marcha, siguen interactuando con otros hombres y mujeres, y ponen en peligro la salud y la vida de muchas personas trasladando y expandiendo voluntaria y gratuitamente al virus por los más diversos lugares. Delinquiendo, una minoría causa efectos devastadores en el ámbito sanitario, pero que se trasladan también a la economía y al empleo.

Restricciones

A casi nadie le gusta  esta realidad de limitaciones en los actos culturales, deportivos o de ocio. Tampoco disfrutamos llevando mascarilla y menos en los tórridos días que hemos padecido en el último tramo del mes de agosto. Pero lo aceptamos. Y cumplimos con la normativa establecida por las autoridades sanitarias por nosotros y por los demás, por nuestra salud y por la del conjunto de la sociedad. Por empatía y por solidaridad. Y sí, nos ponemos la mascarilla en las calles y en los espacios públicos, en los transportes y en el trabajo. Y, pese a la incomodidad, lo seguiremos haciendo, también por ustedes, a los que les hace tanta gracia lo que denominan bozal.

Renunciamos a encuentros y abrazos hoy. Para que estos se puedan producir mañana. Para recuperar otra vez la sonrisa hoy oculta en la mascarilla y en los difíciles momentos que vivimos. Para pronto compartirla colectivamente. A pesar de ustedes, los negacionistas y los insolidarios incumplidores. #Yosícumplo

——————

https://www.tokyvideo.com/es/video/que-han-hecho-las-vacunas-por-nosotros-doblaje-de-la-vida-de-brian

Deja un comentario