Wert, el Padrino

Un hombre y una mujer me paran por la calle para contarme su drama. Los dos están en situación de desempleo y se enfrentan a otra circunstancia terrible: no poder pagar los estudios universitarios de su hija, que ha culminado la mitad de éstos.

Sucedió hace unas semanas. Me conocían, dijeron, por verme participar en El Envite, un programa de debate en la televisión canaria. El hombre, el último en quedar en paro, me aseguró que era consciente de que a su edad, 56 años, difícilmente iba a encontrar trabajo, y que con lo que cobraban de prestación sobrevivían apenas.

Pero su mayor amargura, se le notaba en sus palabras pero sobre todo en su mirada, era la situación de su hija universitaria (tenían otros dos, menores de edad), abocada a no poder culminar sus estudios pese a ser una chica que, sin ser brillante, se esforzaba y sacaba adelante los cursos. “Fue ella la que tomó la decisión de no matricularse este curso. No podemos abonar esas cantidades ni, por supuesto, que estudie fuera. Está buscando trabajo de camarera o de limpiadora en hoteles”.

Todos los estudiantes universitarios están, en cierta medida, becados. O mejor dicho todos se benefician de los impuestos que cubren una parte sustancial de lo que cuestan sus estudios. A unos, en torno al 80%; a otros, los becarios, el 100%.

Sin embargo, las nuevas normas establecidas por el PP exigen cosas distintas a esos chicos y chicas: unos, los que por su falta de recursos económicos familiares reciben la ‘beca grande’, que cubre la totalidad de las tasas académicas y de su coste real, tendrán que sacar determinada nota para continuar. Los otros, basta con que aprueben: seguirán siendo subvencionados en un 80% (también por los impuestos de las personas y familias cuyos hijos no llegarán nunca a la Universidad o van a ser expulsadas de esta) y como la matrícula pueden pagarla sus familias, continuarán en el sistema.

Equidad

En el marco de los profundos retrocesos que estamos experimentando (sanitarios y educativos, así como en la atención a las personas con dependencia) las modificaciones legislativas sobre la política de becas constituyen una de las mayores agresiones a la igualdad de oportunidades. Y sus efectos se empiezan a notar con la significativa reducción del número de estudiantes universitarios en el conjunto de España por cuestiones de poder adquisitivo, de origen de clase.

Si ya de por sí en las expectativas y las posibilidades de llegar a los estudios superiores influye el nivel económico y cultural de las familias, ahora se establece un nuevo obstáculo.

Gracias a los recortes decididos por los que nos gobiernan (recuerdo siempre que están ahí por el apoyo ciudadano en las urnas, el que les llevó, por acción u omisión, a obtener la mayoría absoluta; les aseguro que no fueron impuestos por una invasión alienígena), gracias al aumento de tasas académicas y la disminución de becas, a su batalla contra las políticas redistributivas y la igualdad en el acceso a la Educación, surge ahora el ‘apadrinamiento’ de alumnado universitario. Se sustituye la equidad y la justicia social por la caridad pura y dura; los derechos por la compasión.

Veremos próximamente a gente pidiendo con alcancías por las calles. Se ubicarán mesas petitorias en las principales plazas y en los centros comerciales, presididas por enjoyadas damas de la alta sociedad que mostrarán su orgullo en colaborar para que algunos pobres de solemnidad atraviesen las puertas de un campus universitario y confirmen, de paso, que esta sociedad ofrece oportunidades a todos. Sólo falta que, como hacían en algunas escuelas religiosas en pleno franquismo, la bancada de los pobres en las aulas sea distinta, segregada, a la de los estudiantes de manifiesta solvencia económica.

Las políticas del ministro y de su Gobierno marcan un nuevo hito. Lo que faltaba: Wert, el Padrino.

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 Mercedes Sosa: ‘Me gustan los estudiantes’

http://www.youtube.com/watch?v=jIBF7onK3is

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